En el caso FIFA Gate, José María Marin, ex presidente de la Confederación Brasileña de fútbol fue sentenciado a 4 años de prisión por corrupción del fútbol mundial, $1.2 millones de multa y $3.3 millones de confiscación.
El reporte pre-sentencia recomendaba una pena de 19 a 24 años, mientras que la Fiscalía solicitaba una pena de 10 años. Su defensa, en cambio, solicitaba 13 meses de cárcel debido a la avanzada edad y la frágil salud de Marín.
José Maria Marín, de 86 años, fue acusado de recibir 6,55 millones de dólares en sobornos de las empresas deportivas Torneos y Competencias, Full Play y Traffic a cambio de contratos para la televisación y marketing de torneos como la Copa América y la Libertadores.
Marín fue uno de los jerarcas de la FIFA arrestados al amanecer del 27 de mayo de 2015 en un lujoso hotel de Zúrich por la policía suiza, a pedido de Estados Unidos. Tras pasar cinco meses en una prisión suiza y ser extraditado a Estados Unidos, pagó una fianza de 15 millones de dólares y pasó dos años en prisión domiciliaria, alojado en su apartamento de la lujosa Trump Tower en la Quinta Avenida de Nueva York, desde donde solo salía un par de veces por semana para asistir a misa.
Pero fue encarcelado inmediatamente en Nueva York tras su condena el 22 de diciembre pasado, cuando tras siete semanas de juicio en la corte de Brooklyn un jurado popular lo halló culpable de seis de los siete delitos de asociación para delinquir, lavado de dinero y fraude bancario de los que era acusado por aceptar sobornos ligados a contratos de la Copa Libertadores y la Copa América.
Durante el juicio, su defensa lo presentó como un anciano a quien la presidencia de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) le cayó de sopetón en 2012, “para llenar un hueco” tras la inesperada renuncia del poderoso Ricardo Teixeira. E insistió en que pese a que Marín era el número uno, no hacía nada sin Marco Polo Del Nero, su número dos y con quien compartía los sobornos, según la fiscalía.
Durante el juicio, la fiscalía estadounidense reveló gastos por decenas de miles de dólares de Marin en Hermes, Chanel y otras lujosas tiendas de Nueva York, París y Las Vegas, y dijo que fueron realizadas con dinero de los sobornos recibidos en una cuenta bancaria que el brasileño tenía en Nueva York. Por ejemplo, en abril de 2014, solo con una tarjeta de débito, Marin gastó 118.220 dólares.
La investigación estadounidense sobre la corrupción en la Fifa dejó al descubierto los oscuros entresijos del fútbol mundial y la vida de reyes de muchos jerarcas que viajaban en jets privados y recibían “tratamiento presidencial” en aeropuertos y organizaban congresos en las Bahamas o isla Mauricio.
En el marco del escándalo, el gobierno estadounidense acusó a 42 personas y a empresas deportivas de 92 delitos y de aceptar más de 200 millones de dólares en sobornos.
De los 42 acusados, tres han fallecido. Del resto, 22 se declararon culpables y dos ya fueron sentenciados por la jueza, incluido el exsecretario general del fútbol de Guatemala.
Catorce aún están en sus países, donde fueron juzgados por la justicia local, combaten la extradición o están en libertad, como los exjefes del fútbol brasileño Teixeira y del Nero, este último suspendido por la FIFA de toda actividad ligada al fútbol de por vida.
Del Nero nunca fue detenido ni inculpado en Brasil. Al dejar de viajar para evitar ser capturado por la justicia estadounidense, se ganó en su país el apodo de “Marco Polo que no viaja”.
Solo fueron juzgados los tres jerarcas que se declararon inocentes: Marin, el exjefe de la Confederación sudamericana de fútbol y exjefe del fútbol paraguayo Juan Ángel Napout, y el exjefe del fútbol peruano Manuel Burga, absuelto en diciembre pasado.
Agencias