by | Ene 8, 2022 | Uncategorized

Ya diez años sin Maydelith;
desapareció sin dejar huella

*Reyna, su madre, la busca sin descanso y aún la espera tras dolorosa década
*Autoridades de la Fiscalía estatal simulaban buscarla, señaló
*El 25 de diciembre de 2011 fue la última vez que se supo de ella

Redacción

A Maydelith Sulem Carmona Fabián no la ve su madre desde hace 10 años. El 25 de diciembre de 2011 fue la última vez que supo de ella. Tenía 22 años de edad y estudiaba en la Universidad José Vasconcelos (Univas).

Dos días después de ese trágico día, su progenitora y compañeros salieron a las calles de la capital oaxaqueña para buscarla. Repartieron volantes con su imagen en el Zócalo y centros comerciales, pero fue infructuoso.

Una década después solo la autora de sus días, hermana y parientes albergan la esperanza de verla llegar a Puerto Escondido.

En su hogar ya nada fue igual, mucho menos los festejos decembrinos. Se respira un ambiente de tristeza y el hueco que dejó nada ni nadie podrá llenarlo.

SIN PERDER LA FE

Reyna Fabián Juárez, su madre, ha mantenido su búsqueda y comparte aún las fichas que se emiten en redes sociales, para mantenerla viva, para que no la olviden.
De acuerdo con familiares de Sulem, la Unidad de Búsqueda de Personas No Localizadas (DNOL), simulaba estar buscándola y probablemente a su caso ya le dieron carpetazo, como a tantos otros, y más después de tanto tiempo.

Maydelith se comunicó por última vez con un amigo el 25 de diciembre de 2011. Retornaba a su domicilio después de haber ido a Plaza Bella, su camarada le marcó al celular para saber si ya había llegado y escuchó que alguien cortó la llamada.

Reyna inició desde entonces un peregrinar por calles que no conocía, las mismas que caminó su hija que estudiaba la maestría y anhelaba terminar un doctorado. Tocaba puertas en dependencias para que algún funcionario la escuchara y ayudara a buscarla.

AMARGA NAVIDAD
Reyna comentó hace unos años que frecuentemente se detenía en la calle J. P. García y observaba cada rincón para ver si alguna persona, pared o banqueta le daban señales de Maydelith, porque, según los cálculos de los amigos, ahí es donde estuvo antes de desaparecer.

Recordó que el 24 de diciembre por la tarde habló con su hija por última vez.
“Me voy a quedar en la casa, mamá, para qué salir de noche; ya mañana me voy a Puerto Escondido con ustedes para darles el abrazo y festejar a mi abuelito”, le dijo Mayde por teléfono a su madre.

Días antes se habían adelantado en ir a Puerto para pasar las fiestas decembrinas su hermana —quien también vivía en la capital oaxaqueña por estudios— y el novio de Sulem.

“Sólo faltaba ella; nada más iba a tomar un autobús el 25 por la noche para llegar el 26; pero nunca lo abordó”, dijo Reyna.

El día de Navidad, horas antes de que abordara el camión le envió un mensaje al celular para pedirle que comprara chiles de agua que usarían en la cena del abuelo en Puerto. Pero Maydelith ya no lo contestó.

“Me preocupé, pero pensé que estaría con amigos o que no oyó el celular, entonces le marqué y no contestaba, ya la preocupación me invadió desde ese momento. Luego, el día 26, cuando se suponía que llegaría, no llegó ni contestó otra vez; pude pensar que había olvidado el aparato en su casa, pero nunca llegó”, refirió.

CIUDAD DESCONOCIDA

La angustia llevó a Reyna a tomar un autobús a la capital oaxaqueña, una ciudad totalmente ajena a ella, pero que recorrió para pedir ayuda y poner una denuncia.
“Primero llegó mi otra hija a la casa que rentan en Oaxaca. Cuando la abrió vio que todo estaba en orden; incluso estaba la quincena y el aguinaldo que Maydelith ganó en la constructora donde trabaja; estaban sus credenciales, sus bolsas, su ropa”, compartió.

Maydelith, aparte de trabajar, estudiaba la maestría en Dirección de Proyectos Productivos en la Universidad José Vasconcelos, tras graduarse como contadora.
“Su plan es hacer su doctorado en otro país; es muy estudiosa y le gusta lo que hace”, añadió Reyna con un orgullo que no le cabía en el pecho.
“Siempre nos manteníamos comunicadas, es muy buena niña, sabe que me mortifico estando lejos y siempre me contesta los mensajes o las llamadas que le hago”, mencionó en ese momento.

CERO EMPATÍA

Tras la desaparición, su madre puso la denuncia en la Procuraduría General de Justicia del Estado, donde entregó papeles y más papeles. “Pero no me ayudan en nada, no me dicen nada; no hay avances y no quieren enseñar los videos de las cámaras en las calles, que porque no se va a ver nada. Sólo vi dos”, manifestó apesadumbrada.

Además se entrevistó con los amigos de Maydelith; uno de ellos le contó que la última vez que la vio fue el día 25 en Plaza Bella, donde comieron y de ahí ella se fue a tomar un microbús rumbo a su casa.

“Él dice que se despidieron y después él le llamó y ella le dijo que se había equivocado de camión, pero que ya iba a tomar otro en J. P. García, y que en Bustamante tomaría un mototaxi hacia su casa; es lo último que supo. Después él le volvió a llamar y sonó como que contestaron y colgaron, y ya después no volvió a contestar”, detalló repitiendo esa versión.

HACE 9 AÑOS

El 3 de enero de 2012 Reyna convocó a rueda de prensa en el Zócalo. Su gesto cansado y la angustia eran notorios. Solicitó a la ciudadanía el apoyo para encontrar a Maydelith. Al otro día se difundió en la prensa escrita y por Internet, la entrevistaron de medios nacionales y después ya nadie se acordó del asunto.

Posteriormente interpuso la denuncia en la Fiscalía General del Estado del Oaxaca (FGEO), y comentó que el departamento de DNOL no la había ayudado para nada y el caso estaba estancado.

ESTUVO EN PLAZA BELLA

La familia, como muchas otras, inició investigaciones por su cuenta y riesgo y estableció que Mayde acudió a Plaza Bella a pagar su recibo de energía eléctrica y habría comido en algún restaurante del centro comercial. Posteriormente se reunió con otro amigo para tomar café.

Presuntamente, alrededor de las 14:45 horas abordó un camión del transporte urbano, llamó desde su celular a dos personas —entre 15:48 y 16:03 horas—, a alguna de ellas le diría que se había equivocado de ruta y que circulaba sobre Calzada Madero, dio vuelta en J.P. García y precisó que se había bajado en el cruce de Bustamante y Xóchitl, de ahí caminó hacia el Periférico y abordó un mototaxi en el Parque del Amor para que la llevara a su casa, ubicada en el fraccionamiento Rodríguez Alcaine, en San Juan Chapultepec, donde vivía con su hermana.

El día de su desaparición vestía de pantalón de mezclilla color negro, una blusa color verde claro de manga corta, con un grabado de zapatos al frente, una sudadera color gris con gorro y corazones morados estampados, lentes de aumento rectangulares y calzaba tenis; llevaba el cabello recogido.

DESESPERADA BÚSQUEDA

Reyna y su otra hija, entonces de 19 años, se dieron a la tarea de emprender la búsqueda con sus propios medios. Empezaron con la entrega de volantes y a colgar mantas ofreciendo recompensa a quien diera datos sobre el paradero de Mayde.
“No descansamos ni de día ni de noche. Yo sé que voy a encontrarla; yo pido a los que la tienen que me la entreguen, yo voy a retirar mi denuncia, no les voy a hacer nada. No voy a descansar hasta poder dar con mi hija”, explicó compungida en su momento.

Reyna arribó a la Ciudad de México en busca del apoyo de autoridades federales.
“Yo pido al gobernador Gabino Cué que realmente se ponga a trabajar; que revise mi caso, que me dé avances, ¡que haga algo!”, dijo hace 9 años la mujer desesperada, pero nadie se puso a trabajar, ninguno revisó su caso ni dio avances y, trascendió que, en algún momento, algún funcionario le pidió que no hiciera más ruido para que no le quitaran la recompensa que se ofrecía a quien diera informes sobre Mayde.
Desde hace 10 años Reyna no conoce la paz.