Una comitiva de medios locales y gobierno recorrió este 31 de octubre las obras del mercado que promete estar listo para fin de año, en medio del caos característico de la Central de Abasto y la atmósfera mágica del Día de Muertos
Por Nadia Sanabia
31 de octubre de 2025.- Llegar a la Central de Abasto de Oaxaca siempre es un reto. El tráfico se vuelve denso, caótico, impredecible. Camiones de carga, taxis, volteos, mototaxis y una procesión interminable de vehículos particulares se disputan cada centímetro de asfalto en torno a este gigante comercial de 16 hectáreas que alberga a más de 20 mil comerciantes. Hoy, 31 de octubre, el caos es aún mayor. Es el día en que “llegan los muertos chiquitos”, como decimos en México a las ánimas de los niños que vienen a visitar a sus familias en espíritu, según la tradición.
La temporada de muertos ha transformado a la Central de Abasto en un hervidero de actividad. A pesar de las recurrentes denuncias de inseguridad que ensombrecen esta zona, la gente sigue llegando. Porque aquí está todo lo que se necesita para poner el altar: pan de muerto, flores de cempasúchil, frutas, verduras, incienso, veladoras. Y este año también hay que comprar para el 1 de noviembre, cuando llegan los difuntos mayores, y para el 2, cuando se van.
Nuestra comitiva —una docena de periodistas de medios oaxaqueños, funcionarios municipales, y una pareja de visitantes españoles, el periodista Alberto Peláez y su esposa— entramos por una zona bulliciosa de venta de pan y chucherías. El contraste es inevitable: nosotros, con nuestras cámaras, grabadoras y libretas, en medio de marchantes apurados que cargan bolsas repletas de compras, esquivando tablones improvisados donde se expende mercancía, algunos sobre mesas más o menos estables, otros directamente en el piso de tierra.
Por todos lados se ven panes de yema —esos panes de muerto especiales que llevan una carita pintada—, montañas de flores anaranjadas, frutas de la temporada, calabazas, y una variedad infinita de artesanías alusivas a la celebración: calaveras de azúcar, papel picado, figurillas de Catrina. La gente va y viene vestida de forma básica, sencilla. Aquí no hay distinciones sociales evidentes en la vestimenta, en parte por los problemas de seguridad que aquejan la zona, en parte porque así es la idiosincrasia de quienes frecuentan el mercado: práctica, funcional, sin ostentaciones.
La obra que despierta expectativas
El presidente municipal Ray Chagoya encabeza el recorrido con una mezcla de optimismo y realismo. Nos lleva por los espacios donde actualmente trabajan entre 70 y 80 personas agremiadas a la CTM (Confederación de Trabajadores de México) y la Confederación Joven, dos sindicatos que han logrado un acuerdo para ejecutar esta obra que lleva casi tres años de haberse iniciado y que ahora, bajo esta nueva administración, promete concluirse el 31 de diciembre.
La inversión acumulada supera los 300 millones de pesos. Lo que inició en enero de 2023 bajo la administración anterior con 218 millones de la SEDATU, quedó paralizado en noviembre de 2024 cuando la realidad superó el discurso: no faltaban 5 millones como se reportó, sino más de 110 millones. Ray Chagoya lo heredó así y desde febrero ha trabajado con el gobierno federal y estatal para reactivar el proyecto. En octubre, SEDATU transfirió 89 millones adicionales.
Más de 700 locales están en construcción. Serán espacios dignos para comerciantes de pan, comedores y servicios relacionados. Pero hay algo que llama especialmente la atención: las cuatro cisternas de 20 mil litros cada una que se están instalando.
—Algo rarísimo —comentan varios periodistas— que el proyecto original no contemplara agua para un mercado de comida.
Y es que en efecto, el diseño inicial de SEDATU no incluía un sistema adecuado de abastecimiento de agua para un espacio donde se prepararán alimentos para miles de personas. Las cisternas son una adición de último momento, una corrección necesaria que evidencia las fallas de planeación original, y para realizarlas, los contratistas rompieron el piso que ya estaba hecho, informó el secretario de Obras Públicas municipal, Carlos Facundo Pérez.
Seguridad, agua, drenaje: los pendientes de toda la Central
Durante el recorrido, los cuestionamientos no se hicieron esperar. ¿Qué hay de la seguridad? Ray Chagoya responde que el mercado contará con cámaras conectadas al C2, el centro de comando y control de la ciudad.
—La electricidad, el agua y el drenaje que estamos construyendo ex profeso para este nuevo mercado son solo para esta área —aclara el edil—. El presupuesto es exclusivo del Mercado de Pan y Comedores. Pero mi expectativa es que cuando los oaxaqueños vean cómo quedó esta obra, exijan que estos servicios se extiendan a toda la Central de Abasto.
Es una apuesta política clara: usar el mercado renovado como ejemplo de lo que podría ser el resto de este complejo comercial que, con sus 16 hectáreas, es uno de los más importantes del país, aunque muy lejos de los 327 hectáreas de la Central de Abasto de la Ciudad de México, la más grande del mundo.
¿Habrá problemas con los sindicatos? La pregunta es obligada en un estado donde las organizaciones gremiales han protagonizado enfrentamientos violentos, bloqueos y disputas sangrientas por el control de obras públicas. El Sindicato Libertad y la Confederación Joven llegaron a enfrentarse a balazos en junio pasado en esta misma zona. Pero Chagoya descarta conflictos.
—Ya hablamos con ellos y estamos trabajando en acuerdo.
Además, anotamos, son precisamente estos sindicatos quienes están realizando la obra (CTM y Libertad).
La movilidad es otro tema espinoso. ¿Habrá estacionamiento? El presidente municipal responde que están revisando opciones, incluso mencionó que algo podría hacerse por las riberas del Atoyac. Sobre el transporte público, considera que la reciente instauración del sistema BiniBus en Oaxaca es un primer paso, pero reconoce que el tema de la movilidad requiere trabajo conjunto con el gobierno del estado.
Desayuno de celebración y sabor oaxaqueño
Al finalizar el recorrido, la comitiva fue invitada a desayunar al restaurante del grupo liderado por Israel Bracamontes, uno de los líderes históricos de la Central de Abasto y figura clave en la operación comercial de este espacio.
Sobre las mesas se desplegó un festín que es toda una declaración de identidad: mezcal artesanal, café de olla, chocolate oaxaqueño espumoso servido en jícaras, tamales oaxaqueños de mole negro y amarillo, memelas recién hechas en comal, quesadillas de quesillo con flor de calabaza, y carnes preparadas al momento. Todo con el sello inconfundible de la gastronomía oaxaqueña: frescura, sabor intenso, técnica ancestral y esa atención personalizada que solo dan los propietarios del lugar y sus socios.
Entre la promesa y la realidad
Salimos de la Central de Abasto con más preguntas que respuestas, pero también con una certeza: hay voluntad política para terminar lo que otros dejaron a medias. El 31 de diciembre es la fecha compromiso. Quedan dos meses.
Mientras tanto, la Central de Abasto sigue siendo ese espacio contradictorio que es Oaxaca misma: caótico y mágico, inseguro pero vital, atrasado en infraestructura pero rico en tradición. Un lugar donde conviven el pan de muerto artesanal y las obras públicas inconclusas, donde el mezcal ancestral se sirve junto a las promesas de modernización, donde las ánimas de los difuntos visitan a sus familias mientras los vivos siguen luchando por un mercado más digno.
En estos días de muertos, mientras ponemos nuestros altares y esperamos que regresen quienes se fueron, también ponemos nuestra esperanza en que esta vez sí, las promesas de gobierno se materialicen en espacios dignos para quienes día a día hacen que Oaxaca siga siendo el corazón gastronómico de México.
Los muertos chiquitos llegaron hoy. La obra debería llegar en dos meses. Ojalá ambos cumplan su cita.
Datos clave:
• Inversión acumulada: Más de 300 millones de pesos
• Locales en construcción: Más de 700
• Trabajadores actuales: 70-80 personas (CTM y Confederación Joven)
• Fecha de conclusión prometida: 31 de diciembre de 2025
• Superficie de la Central de Abasto: 16 hectáreas con más de 20,000 comerciantes
• Cisternas: 4 de 20,000 litros cada una (no contempladas en proyecto original)
• Años transcurridos desde el inicio: Casi 3 años (enero 2023 – diciembre 2025)
