El coche bomba de Michoacán, un mensaje de que el Estado está recuperando terreno

by | Dic 10, 2025 | Portada

Fernando Schütte Elguero

El atentado en Coahuayana revela la desesperación de los grupos criminales ante una presencia estatal más firme, coordinada y decidida a recuperar el territorio.

La explosión ocurrida en Coahuayana, Michoacán (frente a instalaciones de seguridad y de la policía comunitaria) no puede entenderse como un accidente ni como un acto aislado. Es un ataque directo del narcoterrorismo que busca sembrar miedo entre la población y enviar un mensaje al Estado. Si los grupos criminales recurren a la violencia extrema es porque sienten presión. Y eso significa que algo sí se está haciendo bien.

Las autoridades de seguridad han informado que la detonación fue provocada desde el interior del vehículo por dos personas, lo que demuestra una estructura criminal con capacidad logística, técnica y operativa. No fue un coche abandonado, sino un atentado suicida que revela la desesperación de quienes intentan recuperar control en territorios donde las fuerzas de seguridad han intensificado su presencia.

Lo importante es que existe una estrategia en marcha. La Secretaría de Seguridad Ciudadana, la Guardia Nacional, el Ejército Mexicano y autoridades estatales trabajan de forma coordinada para recuperar espacios dominados durante años por intereses criminales. Se han realizado decomisos de explosivos, se han desarticulado células violentas y, sobre todo, se está privilegiando la inteligencia y la investigación por encima de la improvisación. Eso genera una resistencia feroz del crimen organizado, que intenta frenar el avance del Estado con actos terroristas como este.

Por ello es fundamental no caer en la minimización ni en la confusión de conceptos. Nombrar las cosas importa. Llamar narcoterrorismo a lo que es narcoterrorismo da claridad, obliga a una respuesta integral y refuerza el respaldo a las instituciones que sí están trabajando. No se trata de ganar una discusión semántica, sino de evitar que las víctimas mueran dos veces: primero por la explosión, después por el discurso que intenta restar gravedad a la tragedia.

Aunque el camino está lejos de completarse, el Estado está enviando señales importantes. Buscar a los responsables, atraer la investigación al ámbito federal, coordinar fuerzas armadas y cuerpos civiles, reforzar la presencia institucional y sostener la presión en regiones críticas es comenzar a escribir una narrativa distinta para Michoacán. El mensaje ya no es el de la resignación, es el de la recuperación del territorio.

Coahuayana no es una derrota. Es la prueba de que el crimen ha perdido la comodidad de la impunidad y que su respuesta ya no es expandirse, sino resistir. La violencia terrorista no surge del poder absoluto, sino del miedo a perderlo. Si el Estado sostiene la presión, si no retrocede ni se fractura en cálculos políticos, entonces estas explosiones serán recordadas no como símbolos del colapso, sino como los últimos rugidos de una maquinaria criminal acorralada. México merece un gobierno que no se arrodille ante la intimidación y hoy tiene la oportunidad de demostrarlo. La victoria llegará cuando el Estado no ceda ni un metro. Y el miedo esté del lado de los delincuentes.

@FSchutte

Consultor y analista