NADIA SANABIA
Hay preguntas que se hacen desde la distancia del oficio y hay otras que nacen de la propia piel. La que formuló el reportero Aldair Martínez Gómez, de *Sentido Istmeño*, al coordinador estatal del IMSS Bienestar, Alejandro Ramírez Figueroa, durante la conferencia matutina del gobernador Salomón Jara este martes 16 de diciembre, pertenece a la segunda categoría.
Martínez no llegó con denuncias de terceros o el ruido de las redes sociales. Argumentó con su receta médica. Tres medicamentos le habían prescrito en el Hospital General “Macedonio Benítez Fuentes” de Juchitán. Solo le entregaron el clásico ibuprofeno.
“Usted dijo que podíamos constatar que había medicamentos y que no dejáramos que nadie nos contara”, le recordó al funcionario. “A mí nadie me contó nada”, dijo frente a colegas y funcionarios.
Cuando el periodista preguntó en la farmacia del hospital por qué debía comprar de su bolsillo lo que el sistema público debía proveerle, la respuesta fue un espejo de las fracturas del sistema: ni la Federación ni los Servicios de Salud estatales habían enviado los medicamentos. Lo que veía en los anaqueles —escasos— era todo lo que había.
La pregunta, además, llevaba un aguijón: “¿Usted propio ha recorrido los hospitales, ha entregado de manera personal los medicamentos o solamente es un funcionario de escritorio?”
La respuesta que reveló los “focos rojos”
Ramírez Figueroa, quien asumió la coordinación estatal en agosto pasado tras la renuncia de Elia Martínez Sánchez, respondió con una admisión indirecta que, además abrió un panorama mucho más grave.
Sí ha recorrido hospitales, dijo. La semana pasada estuvo en Puerto Escondido. Pero sobre Juchitán fue directo: “Tenemos ahí un foco rojo con el director.”
El funcionario describió un problema de gestión interna. Los directores de hospital, explicó, deberían funcionar como “los ojos” de la coordinación para reportar necesidades reales. Pero en Juchitán ocurre algo distinto: las solicitudes de medicamentos llegan incompletas o con errores porque los directores delegan su elaboración a personal que desconoce las carencias reales.
“Nos pedían paracetamol inyectable, les mandamos su solicitud, y después nos reclaman que no les mandamos ninguno”, narró Ramírez Figueroa. “Les enseñamos su solicitud y paracetamol decía cero. Si tú no te sientas y no armas tu solicitud, cuando a mí me llega pienso que es la tuya, pero si se la pones a hacer a otra persona, ni tú sabes qué pide.”
Juchitán no es el único punto crítico. Tehuantepec, reveló el coordinador, presenta problemas similares. Y añadió una advertencia: “En el primer trimestre, si no mejoran eso más otras actitudes que comentamos ayer en la reunión general de directores, seguramente vamos a tener que hacer unos cambios en estos establecimientos.”
La instrucción del gobernador
Lo que siguió fue inusual en estos espacios donde la narrativa oficial suele blindarse ante los cuestionamientos. El gobernador Salomón Jara tomó la palabra para instruir directamente a su funcionario:
“Te pido que vayas personalmente a Juchitán y Tehuantepec y revises de manera personal el abasto de medicamentos, ¿de acuerdo? Porque no se puede quedar así.”
Y remató: “Estoy totalmente de acuerdo con él”, refiriéndose al reportero Aldair.
Un hospital con historial de crisis
El Macedonio Benítez Fuentes no aparece por primera vez en el mapa de las carencias. En enero de este año, el doctor Ovidio Pineda Castillo fue removido como director tras denunciar irregularidades administrativas, desabasto de medicamentos y la llegada de tres toneladas de insumos próximos a caducar que se negó a recibir.
En junio, familiares de pacientes internados en el nosocomio juchiteco describieron la situación como “insostenible”: muchos no tienen recursos para comprar las medicinas que los médicos les solicitan adquirir externamente.
Hace apenas una semana, el delegado sindical José Carlos León reportó que el abasto en el hospital fluctúa entre 40 y 70 por ciento, obligando a las familias a costear medicamentos de su bolsillo.
La brecha entre el 80% oficial del IMSS Oaxaca y la realidad
Las cifras que maneja la coordinación estatal hablan de un abasto del 80% en las unidades médicas de Oaxaca. Ramírez Figueroa incluso mencionó que cuando su equipo visita los hospitales señalados como problemáticos, encuentran niveles de 85 u 87 por ciento.
Pero la experiencia del compañero reportero—y la de miles de pacientes que no tienen tribuna para contarla— revela el abismo entre el porcentaje y la práctica: de tres medicamentos recetados, uno entregado… ibuprofeno.
A nivel nacional, el panorama tampoco es alentador. Durante 2024, el IMSS dejó de surtir 4.5 millones de recetas, equivalentes a 11.5 millones de piezas de medicamentos que no llegaron a los derechohabientes. Según el colectivo Cero Desabasto, las quejas por recetas no surtidas se han triplicado en 2025 respecto al año anterior, y además de los pacientes, los propios médicos están reportando el problema de manera significativa.
El otro frente: medicamentos robados
Antes de la pregunta que desnudó los focos rojos, Ramírez Figueroa había explicado una estrategia para combatir otro flanco del problema: el robo de medicamentos e insumos de hospitales públicos que terminan en consultorios y farmacias particulares.
La Coepriso (Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios de Oaxaca), dijo, tiene facultad para supervisar estos establecimientos. Los lotes de medicamentos del sector salud están registrados en bases de datos que permiten rastrear su origen. “Se les da el Excel a los amigos de Coepriso, buscan ese lote, y aunque sea de patente, si coincide con los nuestros, se tiene que incautar.”
Lo mismo aplica para equipos biomédicos: ventiladores, cunas de calor radiante, monitores de signos vitales. Cada uno tiene número de serie registrado. Si aparece en un consultorio privado y la plataforma indica que es propiedad del IMSS, se procede a la incautación y la Coepriso determina las sanciones correspondientes.
El funcionario fue explícito: quienes compran estos insumos a sabiendas de que fueron sustraídos de hospitales públicos “también contribuyen” al problema.
Lo que sigue
El gesto adusto del gobernador en el tenso momento fue evidente para los representantes de la prensa. No era para menos. Y, fiel a su costumbre, Salomón Jara tomó el micrófono para dar una instrucción con carácter inmediato:
Le solicitó a Ramírez Figueroa verificación personal del abasto en Juchitán y Tehuantepec, porque no quedó claro si administra desde el escritorio.
En lo sucesivo, veremos si esa visita resolverá un problema que, como reveló el propio coordinador, tiene raíces en la gestión de los directores hospitalarios y posibles cambios anunciados para el primer trimestre de 2026.
Mientras tanto, la pregunta de Aldair Martínez permanece: ¿qué está pasando dentro de los hospitales cuando las cifras dicen 80% y la farmacia entrega uno de tres medicamentos?
