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María Elena Ríos, saxofonista que fue atacada con ácido en Oaxaca, ha levantado la voz denunciando discriminación, manipulación y revictimización por gobiernos, organizaciones y particulares.
De manera reciente, se enfrentó a la organización Poder Prieto, a quien acusó de no pagarle su participación en un podcast, y semanas después, al actor Tenoch Huerta. A este último lo llamó públicamente depredador sexual y lo acusó de hacerla víctima de stealthing (quitarse el condón durante la relación sexual sin consentimiento) y ghosting (dejar de comunicarse y desaparecer para después solo buscar sexo, sin responsabilidad afectiva).
LA VIOLENCIA VERBAL DE MARÍA ELENA RÍOS CONTRA OTRAS MUJERES
Pero mientras encabeza una narrativa contra la discriminación en su contra, son diversos videos que circulan en las redes sociales los que dan cuenta de que ella misma mantiene y justifica actitudes de desprecio, insultos y discriminación contra otras mujeres, a las que ha ofendido por su aspecto físico y acusado de deshonestidad hasta la condescendencia.
Previo al ataque a la jueza que lleva su caso (a quien acusó de incapaz, deshonesta y corrupta buscando un cambio de juzgador), Ríos se refirió de manera denostativa a la apariencia física y vestimenta de dos mujeres cercanas a su presunto agresor, y aderezó la violencia con risas.
Aseguró que reconoció a dos mujeres en un video donde no se perciben las caras por las características físicas: se visten de negro por su gordura, miden 1.50 y tienen la frente prominente, dijo Ríos.
Esta actitud contrasta con el discurso que María Elena Ríos ha mantenido desde que sufrió el ataque, en el que ha pedido respeto, solidaridad y apoyo para las víctimas de violencia de género.
También contrasta con el apoyo que ha recibido de diversos colectivos feministas, que han exigido justicia para su caso y han condenado la misoginia y cosificación contra los cuerpos femeninos.
LA NECESIDAD DE LA CONGRUENCIA Y EL RESPETO
María Elena Ríos tiene derecho a expresar sus sentimientos y opiniones, pero también tiene la responsabilidad de no ejercer violencia contra otras mujeres en el afán de ganar un caso por el que solicita 80 millones de pesos de reparación del daño.
Su caso es un ejemplo de la necesidad de erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, tanto física como psicológica. Y también es un ejemplo de la obligación de mantener la congruencia y el respeto.
POR: HELENA DE TROYA
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