• La magia y folclor emanadas por las 14 delegaciones de las ocho regiones de Oaxaca, cautivaron a las 11 mil personas en la festividad étnica más grande de América Latina.
• El Cerro del Fortín vibró de alegría oaxaqueña al ser testigo de la majestuosidad de las tradiciones milenarias.
“Gracias a Dios por haberles permitido llegar con bien el día de hoy, sean todos bienvenidos a esta su casa y disfruten de la máxima fiesta de las y los oaxaqueños”, expresó Francisca Pérez Bautista, de Santa María Zacatepec, la representante de la Diosa Centeotl, deidad del maíz a quien se le ofrenda las festividades de la Guelaguetza.
Con estas palabras de bienvenida inició la octava del Lunes del Cerro, la festividad étnica racial más grande de América Latina en la que reinó la magia y el folclor emanado por las 14 delegaciones de las ocho regiones de Oaxaca, que estuvieron acompañadas por los acordes de la Banda de Música de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Oaxaca, bajo la batuta del maestro Calixto García Baltasar.El sonido de la Chirimía de los municipios de San Antonino Castillo Velasco, Santa Catarina Minas y San Sebastián Tutla anunció la gran fiesta, secundados por la algarabía de las Chinas Oaxaqueñas que bailaron el “Jarabe del Valle” y “El Guajolote” con sus canastas adornadas con flores y acompañadas de los faroleros.
Desde el Palco B, el Gobernador Alejandro Murat Hinojosa y su esposa Ivette Morán de Murat, así como la representante de la Diosa Centeotl y Embajadores de la Unión Europea que asistieron como invitados especiales, presidieron esta fiesta de hermandad.
La función matutina de la octava del Lunes del Cerro contó con las danzas más representativas de Oaxaca como la Danza de la Pluma a cargo de la delegación de San Bartolo Coyotepec de los Valles Centrales; y “Flor de Piña” a cargo de las 36 mujeres de la delegación de San Juan Bautista Tuxtepec que bailaron de manera sincronizada, cautivando a las más de 11 mil personas que abarrotaron el recinto.
Al ritmo de la chilena mixteca, los Diablos de San Sebastián Tecomaxtlahuaca también presentaron su danza, seguidos por el Fandango de Varitas de la comunidad costeña de Villa de Tututepec. Los sones mazatecos de la región Cañada a cargo de Huautla de Jiménez también se pudieron apreciar.
Del Istmo de Tehuantepec, Juchitán de Zaragoza presentó sus sones “La Llorona”, “La Martiniana”, “Fandango Teco” y “El Feo” que se bailan en las velas en honor a su Santo Patrón. En este marco, la delegación aprovechó el espacio para agradecer la solidaridad y el apoyo recibido durante los sismo del año pasado.
El “Jarabe de la Botella” de Teococuilco de Marcos Pérez de la Sierra Norte; “La Borrachita” de San Pedro Ixcatlán de la Cuenca del Papaloapan y el “Jarabe de la Rosa” de San Francisco Sola de la Sierra Sur también cautivaron al público.
Con sus imponentes maromotas la delegación de Tlacolula de Matamoros presentó su mayordomía en honor a la Virgen de la Asunción, en la cual las mujeres con sus tradicionales canastas adornadas con flores bailaron el Jarabe del Valle. Cabe destacar que durante su presentación, el público se puso de pie al escucharse los acordes del “Dios nunca muere”, el himno oaxaqueño que de acuerdo a la tradición oral, fue creado por el maestro Macedonio Alcalá por encargo de los habitantes de esta localidad.
Asimismo, Ocotlán de Morelos presentó “La Llevada de Guajolote”, una tradición que se realiza desde el siglo XIX para celebrar la unión de los novios.
La función matutina de la máxima fiesta de las y los oaxaqueños terminó con los sones, juegos y chilenas de Santiago Jamiltepec perteneciente a la costa oaxaqueña que previamente inundó de picardía el Auditorio con los versos de Santa María Huatulco.