Adidas compensará a comunidad de Oaxaca con obras de infraestructura tras plagiar huaraches: el acuerdo que genera debate

  • La empresa alemana y Villa Hidalgo Yalálag llegaron a un arreglo que incluye construcción de obras públicas. La decisión abre preguntas sobre cómo deben resarcirse los casos de apropiación cultural*

JORGE CLAUDE YARTO

La Secretaría de Cultura federal confirmó que Adidas y la comunidad zapoteca de Villa Hidalgo Yalálag llegaron a un acuerdo tras el plagio de los diseños de sus huaraches artesanales. Lo que llama la atención no es solo que la marca haya aceptado compensar —algo que cada vez sucede más cuando estas empresas son confrontadas— sino la forma en que lo hará: con obras de infraestructura.

La subsecretaria de Desarrollo Cultural, Marina Núñez Bespalova, explicó que participaron el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial y el Instituto Nacional del Derecho de Autor en las negociaciones. El acuerdo de resarcimiento, que aún no puede detallarse públicamente, contempla infraestructuras que pidió la propia comunidad. También se habla de una posible colaboración futura, pero por ahora eso queda en segundo plano.

Los zapatos se retiraron del mercado una semana después de detectarse el problema. Núñez Bespalova fue enfática: “No, no, esos zapatos se bajaron del mercado de inmediato, a la semana se bajaron”.

*Cómo empezó todo*

En agosto de 2025, Adidas presentó en el Museo de Arte de Puerto Rico el modelo “Oaxaca Slip On”, diseñado junto con Willy Chavarría, sin pedir autorización ni reconocer a la comunidad que creó el diseño original . El gobernador Salomón Jara Cruz reaccionó rápido: “Vamos a respaldar a los artesanos de Oaxaca de la comunidad de Villa Hidalgo Yalalag para defenderlos ante este nuevo robo de identidad cultural” .

Villa Hidalgo Yalálag —que en zapoteco significa “Cerro desparramado”— tiene 85 talleres familiares donde se hacen estos huaraches desde hace más de un siglo . El tejido que caracteriza a estas sandalias lo desarrolló Eulogio Cisneros alrededor de 1920, y desde entonces es parte central de la identidad comunitaria .

*Infraestructura en lugar de dinero: ¿es lo correcto?*

Aquí está el meollo del asunto. La comunidad pidió obras de infraestructura como compensación. No regalías, no un porcentaje de las ventas, no una suma fija. Obras públicas.

Esta decisión puede verse desde dos ángulos completamente distintos, y ambos tienen validez:

*Desde la perspectiva comunitaria:* Villa Hidalgo Yalálag está en su derecho de pedir lo que considere más útil. Si la comunidad necesita caminos, escuelas, sistemas de agua o electricidad, y cree que eso tendrá más impacto que repartir dinero entre sus integrantes, su autonomía debe respetarse. Es su patrimonio cultural y son ellos quienes deciden cómo quieren ser compensados.

*Desde una perspectiva crítica:* Este arreglo podría sentar un mal precedente. Las marcas internacionales podrían interpretar que pueden “arreglar” casos de apropiación cultural con donaciones caritativas en lugar de reconocer el valor comercial real de lo que están usando. ¿No deberían las comunidades recibir también una parte de las ganancias que genera un producto inspirado en su trabajo? ¿Adidas está pagando por el daño o simplemente haciendo una donación conveniente?

*El problema del tejido compartido*

La situación se complica más cuando consideramos que hay otras comunidades en México que usan técnicas de tejido similares . Sin embargo, los artesanos de Yalálag insisten en que su diseño específico —particularmente la forma de la punta— es distintivo y tiene más de 100 años siendo parte de su identidad .

Esta es una de las grandes dificultades en proteger el patrimonio cultural: ¿cómo se delimita la propiedad intelectual colectiva cuando varias comunidades comparten técnicas parecidas? ¿Y cómo evitar que las marcas usen esta ambigüedad como excusa para no compensar a nadie?

*Lo que dicen los artesanos*

“Nos sentimos molestos y no es la primera vez, creo yo, que las grandes empresas agarran sin permiso un producto cultural de una comunidad y hacen dinero a través de eso” , dijo uno de los artesanos de Yalálag a medios que visitaron la comunidad.

Cada taller produce aproximadamente dos pares de huaraches al día. La comunidad entera hace unas 5,000 sandalias al mes. Cada par se vende entre 400 y 500 pesos . Mientras tanto, Adidas puede vender versiones “inspiradas” de esos diseños en mercados internacionales a precios mucho más altos.

No es la primera vez que pasa en Oaxaca. Marcas como Carolina Herrera e Isabel Marant también han sido señaladas por usar bordados y diseños tradicionales sin permiso, casos que terminaron en indemnizaciones y disculpas públicas .

*Las preguntas que quedan*

Salomón Jara dijo que buscan “marcar un precedente que contribuya a dejar claro que el patrimonio cultural material e inmaterial de nuestros pueblos tiene que ser reconocido y respetado” . Pero el tipo de precedente que se está marcando genera más preguntas que respuestas.

¿Deberían las comunidades tener libertad total para elegir cómo quieren ser compensadas, incluso si eso significa obras públicas en lugar de dinero? ¿O deberían existir leyes que obliguen a las marcas a pagar regalías cuando usan diseños culturales, independientemente de lo que pidan las comunidades? ¿Cómo evitar que este modelo se convierta en una forma de “lavar” casos de apropiación mediante filantropía?

También está la pregunta más incómoda: ¿estamos seguros de que la comunidad tuvo verdadera capacidad de negociación? ¿O aceptó obras de infraestructura porque necesita servicios básicos que el gobierno debería estar proveyendo de todas formas?

*Lo que sí cambió*

Adidas reconoció públicamente que se equivocó. Retiró el producto del mercado. Aceptó sentarse a negociar. Eso ya es más de lo que muchas marcas han hecho en casos similares.

Pero el debate sobre qué significa realmente “resarcir” un caso de apropiación cultural apenas comienza. ¿Es suficiente una disculpa y una obra pública? ¿O las comunidades indígenas merecen participar económicamente cuando su patrimonio cultural se vuelve mercancía global?

México —y el mundo— tendrán que decidir qué modelo de protección cultural queremos construir. Mientras tanto, en Villa Hidalgo Yalálag, 85 familias siguen tejiendo huaraches a mano, como lo han hecho durante más de un siglo, esperando que este caso sirva para que su trabajo sea respetado y valorado como merece.

Lo único claro es que el patrimonio cultural de los pueblos indígenas ya no puede tomarse sin consecuencias. Pero cuáles deben ser esas consecuencias —y quién debe decidirlas— sigue siendo materia de debate.